Era el cadáver mas sano del cementerio. Su caja de madera tan liviana de levantar que sus deudos no tuvieron que esforzarse mientras en medio de gimoteos lastimeros conducían el atlético cuerpo a su última morada.
El hedor sí fue el mismo.
A pesar de haberse alimentado todo su vida con estrictas porciones calóricamente medidas, apenas necesarias para gastarse en cada una de sus deportivas jornadas, hedía como el ocupante del ancho socavón vecino al que no llevaron cargado sus plañideros familiares por miedo a desfondar el cubículo de cedro.
Hubiera querido heder de una manera distinta pero descomponerse no es algo que se diferencie entre los mortales alimentados con fibras vegetales y los atiborrantes atarugantadores de sebosas viandas callejeras.
Las almas no tienen talla.
No se nos habla de que las almas tengan talla, aunque muy importante es que en vida mantengamos a régimen el descontrolado deseo de atacar en sorpresivos asaltos nocturnos los residuos bocados de la nevera.
Pero también se nos llama a no fanatizar la estricta ingesta de calorías porque, al final, todo termina en caótico embudo de absorción en el inodoro. (Mateo 15: 17 ¿No se dan cuenta de que todo lo que entra en la boca va al estómago y después se echa en la letrina? ) Versión NVI.
Es decir, engulla con criterio de dominio la comida y equilibre con cautela el régimen de su dieta pues Jesús nos manda a tener cuidado con lo que se emana del corazón y no con lo que se empacha el vientre.
(18 Pero lo que sale de la boca viene del corazón y contamina a la persona.)
Mateo 15:18 versión NVI.
Mensaje cristiano para oír:
Enséñale a tu hijo la importancia de Obedecer a los padres.